Tarde, pero seguro, cumpliendo la consigna

El secreto estaba en el número ocho, decía el papel. Cerró la puerta como si su vida estuviera en juego. Barajó tembloroso. Cada carta,una amenaza. Ocho, una a lado de la otra. Juan había desaparecido y el papel ahora le pertenecía. Dio vuelta la primera y la manchó con transpiración. Sus ojos se abrieron desorbitados. Trataba de entender. La campana del convento marcó la hora exacta. 
Cuando Lucía entró a limpiar la habitación sólo vio una vieja carta mojada con el número ocho y un papel abollado. Abrió el papel.

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